Me lee la mano el tiempo perdido.
En ella puede ver la desidia y el odio,
la muerte que se avecina
en el silencio de este pasillo,
el destino lo construye dios,
pero mis botas son el camino.
Se sincroniza el dolor amansado la fiera
de mi pupila herida;
da tanto miedo vaticinar los andares
que la libertad sangra en cada esquina que...
el destino es el latido
pero mi albedrio la sangre que me dota de alma
y vida.
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