Las historias no contadas del cine de verano,
aquella patria escondida en las cañas de nuestra infancia,
tenerlo todo y preguntar por qué falta la vida,
y soñar despierto, soñar
como la máquina rebelde
que da aliento a estos versos en el ordenador.
A veces queremos tener a nuestra imagen
el reflejo del mundo que pisamos,
y no somos conscientes que el planeta
grato o despiadado
no sabe que el amor
es la ilusión de querer ser entendidos
en una sociedad insana.
Los bárbaros entonan el mea culpa,
pero los rincones de la ciudad escriben
lágrimas rojas,
algún día la historia me absolverá
y cambiar el mundo es la quimera
de quien ideó unicornios azules
sin pensar lo digno de pensar
al tener las necesidades cubiertas.
Y en un mundo que rompe estelas
en el lienzo de los sueños que nunca
serán,
lo intenso de ese suspiro quema el viento,
y la rutina y la tristeza me dice que
nunca volverá a ser todo
como las primeras veces.
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