Puede que todo sea
una bendita coincidencia,
o una maldita casualidad,
el destino de los pasos
que están por llegar,
volver al barro es morir de nuevo,
ante el ocaso de un mundo
que se desploma
en el papel.
La muerte puede llegar
a ser el Imperio en el que orbitan las estrellas,
y ningún científico a ciencia cierta
sabe cuan torrente de sueños están
impregnado de presente
y el futuro de cada realidad.
Lo que no se nombra no existe,
pero lo que existe debe tener nombre,
y yo, en este café,
te escribo para la posteridad
de la nada desde donde vengo,
tan lleno de ti, en este vacío,
que sin duda el milagro de estar vivo
es amar,
como quien tiene la esperanza de soñar despierto,
entre las tinieblas y el ruido.
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