El amor, ese traidor
que me besa con los ojos abiertos,
lo nuestro;
un mañana en el que te volveré a ver
envuelta en la luciérnaga extraviada,
que encontró a dios en nuestro infierno.
Quisiera darte tanto,
que me veo no merecedor de cariño,
al vivir en un eco circular de olvido
y drama,
fantasmas que forjé
en mi vida solitaria,
quimeras de lunas rotas
en una noche vacía,
cuando cogidos de la mano
alzábamos la luz.
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