Las muchachas ya no juegan
a soñar la luna,
ni la luna es tenida en cuenta
por nadie,
si naces pobre, y eres mujer,
no te pertenece más
que los escombros del deseo,
los reflejos en un río muerto,
mientras aúllan los lobos
y maldices tu belleza,
en mitad de la noche.
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