Perdido, me encontré,
entre naranjos y carreteras
que no iban a ninguna parte,
el destino desafió mis miedos,
y besando el suelo,
solo llegué a acariciar las mejillas
del aire.
Con ilusión, tuve miedo de la esperanza,
por salir de este triste delirio
al que profané,
tan inexperto que nunca intuí
que el camino se hace al andar,
pues la luna en cualquier rincón del tiempo,
cubrió con su sudario,
lo perdido
tu reflejo
en mi mirada.
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