El dolor que he sufrido
fue como la marea del mar,
que vino y se fue
que nunca se quedó en mis pupilas
como agua bendita
como estanque de lágrimas y soledad,
porque el dolor
es una palestra de color monograma
y añil
dolor de ausencia
muchas veces inventada
de no saber dónde está la salida
teniéndola allí.
Tan cerca
Como la convivencia que tenemos
con el dolor.
Nuestro dolor.
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