Tuvieron que dejar entre las ruinas
los juguetes aquellos niños
que bebía de la leche seca
de los muertos,
de los que no tienen voz,
y con terroristas en ambos bandos,
el más inocente yació
entre olivos sin paz.
Mientras sólo se escuchan llantos de civiles
que no dejan dormir a una humanidad
cercada donde nació Dios.
Ríos de sangre y lodo
son, entre edificios quemados,
el latido apagado de Gaza,
cuando el dinero escupió
a la familia ausente,
y aniquiló a su pequeña
en nombre de la civilización, el poder;
anestesia de un eterno olvido.
(...)
Palestina es la tierra negada
injustamente
de aquellos que sólo miran a los ojos
a ángeles humillados
para apretar el gatillo,
y avergüenzan al planeta
sin que nadie encare a quien mata
de una tan vil
y cobarde manera.
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