Ahora que tu nombre
es una raíz de maderas secas
en el pálpito de sombra
en mi pecho.
Ahora que el amor
se equivoca por los dos,
y somos una soledad
confundida con ser libres;
confieso mi adicción al vértigo,
el encorsetado oleaje
de mil mareas,
allí donde las terminales de bus
en cualquier invierno perdido
no llegaban a traernos
sobrevivientes
de recuerdos luminosos
y sus ecos.
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