Arde Baviera
en el curso peregrino
por mi sombra,
todo lo que no es;
tiembla alrededor de las entrañas,
como un destello
de aquel Universo
que nunca llegó a nacer.
Baviera
somnoliento lecho de príncipes
y exploradores,
agonizante luciérnaga
de un planeta sin pulso,
vacío enarbolando despedidas,
-muerte en vida-
mareas llevadas por el agua bendita
de la prometida
resurrección.
Baviera, arde
como mi corazón.
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