En una mano mi cruz
en
la otra el corazón,
hirviendo
junto a mariposas
nuestro
aliento quedó
en
aparente poesía,
batalla,
cariño.
No
pretendo ser nada más,
que
el que grita
por
temor de aquello de temer
a
la única vida que guardamos,
en
una mano polen de nube,
en
la otra, la guadaña,
sangre,
floresta,
mi
olvido.
Y
volver a poner
el
amor delante de todo,
sin
que me ate
tu
inseguridad,
ni
me abrume mi miedo.
En
una mano Dios,
en
la otra la pistola del sicario,
tierna
melodía,
cadáver,
te
quiero.
En
una mano el sol,
en
la otra eclipses de lunas,
te
siento porque te pierdo,
te
pierdo aunque siento
dolor,
bosque,
dudas.
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