Mi mirada de nostalgia rebosa
por
llenarte los labios
y
esperar sin esperanza,
al
morir en este mar desolado.
Orillas
turbias que naufragarán
si
nos acariciamos en otros cuerpos
fingiendo
yo contigo por el molde de mi almohada.
Soy
un hombre
que
resignado mira por la ventana,
durante
por ejemplo, esta vida demasiado eterna,
y
los cordones se me enredan entre vagones de trenes anclados
que
te nombran,
equivocada
tú en brazos de otro…
llena
del placer de la flor que añora,
por
forjar tu frente de batalla;
en
dedos entrelazados
y
los torsos de caballeros con agujeros muy adentro, dentro
del
alma
que tal vez ni sepas llenar.
No
dudes más; ¡ven!
qué
el miedo será el hacer o que te haga
el
daño más dulce de ver pasar el amor
entre
nuestro cuello rodando cada noche
y
sus hogueras,
para
luego volver a empezar
pero
no hagas caso a ese idiota;
porque
yo soy arte.
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