Aquella tarde
se vino el mundo encima,
mi tierra se ahogaba,
se vino el cielo encima,
aquella tarde los aviones
cruzaban nubes que amenazaban
con la guadaña de quien es ciego
de luz,
y una inundación
arrasó mi tierra,
tierra hecha de fango, metal y dolor.
Aquella tarde se elevaron las aguas
de las tripas del cielo,
sintiendo
la levedad que nos quiebra,
el cambio climático
de la destrucción y la barbarie.
Aquella tarde se pararon los relojes,
y enmudeció el alma de la gente
pueblos de cañas y barro
anegados de cadáveres; lágrimas,
ira,
que ya no nacía de las nubes
sino de nuestros corazones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario