viernes, 8 de noviembre de 2024

Lucha y paz

 
Transito entre el sueño y la realidad, 
creo un alfabeto de lunas, 
que el sol viene a robármelo
cada despertar.

Alta poesía que habla
del dolor de un mundo injusto, 
dame la mano y cambiemos
aquello que nunca fue razón
en la pesadilla 
de estos tiempos de luto.

Y entre dunas de playas olvidadas
navego, 
en lo alto de un rascacielos
y el desamor, 
libre como un gorrión en pleno invierno
que maquilla su canto
entre botellas de ron.

Cuando todo haya acabado, 
es cuando empieza todo de verdad, 
se cierra una puerta y el Universo
abre sus cancelas,
y en el juego de la vida, 
reconozco que solo sé apostar.

Lluvia que cae de mis pupilas, 
canción que no sabré entonar, 
dolor en la guitarra mía, 
porque soy un tránsito 
en el pasado que crea anagramas
de lucha y paz.



Aquella tarde


Aquella tarde

se vino el mundo encima, 
mi tierra se ahogaba, 
se vino el cielo encima, 

aquella tarde los aviones 
cruzaban nubes que amenazaban
con la guadaña de quien es ciego
de luz, 
y una inundación
arrasó mi tierra, 
tierra hecha de fango, metal y dolor.

Aquella tarde se elevaron las aguas
de las tripas del cielo, 
sintiendo
la levedad que nos quiebra, 
el cambio climático
de la destrucción y la barbarie.

Aquella tarde se pararon los relojes, 
y enmudeció el alma de la gente 
pueblos de cañas y barro
anegados de cadáveres; lágrimas,
ira,
que ya no nacía de las nubes
sino de nuestros corazones.




Inundación

 
Llovieron gotas
en el desierto
de las horas 
sin tiempo, 
y sin tener nada, 
todo se perdió, 
elegía de no saber qué hacer
entre autos volcados 
y fango bajo los pies.

No quedó nada,
salvo la ayuda de tantos;
llovieron estocadas
en el país que no sabe llover, 

o sequía o destrucción, 

llovió desbordando esperanzas
heridas, 

muerte

desolación.

Llovieron flechas

 
Antología de viajeros
que se derrumban 
en lo que dura un beso, 
ríos de gente soñando 
lo que tuvimos
aquel año homicida 
donde sólo, 
solamente
nos quedó el recuerdo.

Y llovieron flechas heridas
entre nubes inquebrantables, 
el mundo no se sacia de tantas despedidas, 
y todo lo que creímos 
es una entelequia
fugaz 
entre escombros y barro

donde pernocta el silencio.



Mis ojos

 
Mis ojos son cometas desnudos
que se balancean ante el terremoto
de emociones del desamor, 

es tan larga esta espera, 
que duele, 
dirección a ningún lugar (...)
Mis ojos guardan el secreto de la vida y el mundo, 
callan y gritan a la vez, 
son un alarido en lo oscuro
en la fiesta sin nombre
en la que nos tocó perder.

Mis ojos, testigos y olvido, 
calamidad y resurrección, 
vivieron la ruleta del azar sin destino, 
y quisieron tanto
como un enamorado al amor.


Cuando

 
Cuando todo pase, 
nos quedará el aire
de la breve brisa
de nuestro cariño
que nunca terminó.

Cuando todo pase
la lánguida luz
del mediodía, 
alumbrará al viajero
que te busca
que se sabe en desvelo
en la rima ausente
de esta canción.

Cuando todo pase
la veleta al viento
parará tras esa mirada
inquieta.

Cuando todo pase, 
te tengo guardada
en mi desesperación,
un rincón
entre heridas
y aullidos de guerra.

Cuando pase el mundo
frente nuestros ojos, 
chispazo que vigila
las sombras
de sabernos otros
pero tan iguales a aquellos, 
que se dieron el cielo
frente al derrumbe
de gigantes.

Cuando pase el abrazo imposible, 
el viento
que no reveló la levedad
de esta emoción, 
quedará por siempre
un tatuaje en el tiempo,
en el tiempo
en el coincidimos tú y yo.


Como un niño

 
Valiente, como esta ciudad
en su nombre, 
ciudad que nos dilapida, 
y la emoción, tal vez,
estará en otro lugar, 
tan lejos de mí, 
cuando a altas horas 
destruyo mi rostro
frente la sombra.

En esta estación, 
me ampara un cuaderno de versos, 
y mi consuelo
de haber volado tan alto
a ras de la compasión mendiga
de quien sueña. 
Prometiendo el fuego
y la niebla, 
el óxido y lo infinito, 
la espera, sin esperanza, 
de dar el mundo, malviviendo

con un cuarteado corazón, 

Te quiero, y me quiero 
entre tanto desamor y olvido, 
tengo el ansia y el cemento, 
de desprenderme de todo, 
de ser mayor
para sentir como un niño.


Peregrino del tiempo

 
Peregrino de lunas rotas, 
que camina por las vereda del tiempo
y la soledad, 
peregrino de alma
que nombra 
el fulgor vívido del mar.

En el corazón de un país sin corazón, 
esqueleto de emociones
que enaltece la luz, 
sombras de un tiempo sin horas, 
en el que a la intemperie
nos encontramos deshojando girasoles, 

en las velas de una noche sin fin.

Peregrino que crea
los dibujos de un porvenir
que no vendrá, 
que destella su ánimo
en las diademas 
de fuego de los dioses, 
contento a pesar de todo, 
desgaja un mendrugo de pan.

Peregrino 
de sueños sin fronteras, 
en el asfalto, en las montañas, 
corre río abajo 
los retales de bandera, 
muere en el suspiro de vida
que enarbola la ansiedad
con un beso al aire, 
y el amor, a cambio.

Peregrinos.


Última hoja

 
Como un invierno en la boca
ardiente, 
como la última hoja
que desfallece del árbol
de la ansiedad.
Ahora que vemos tras la niebla
en el equilibrio
que hace indiferente 
este destello de amar.

Quietud de un tiempo vivido, 
en los horizontes rotos
que transitan por nuestros recuerdos, 
cuánto tiempo ha de pasar
para entender 
que somos libres en esta quebrada vida,
fruto del azar, 
en el momento que lo perdemos todo.




Vereda perdida

 
Se enciende la luz del ocaso, 
miro alrededor y nada veo, 
no hay nada más que olvido 
entre mis labios, 
y un mar de horror
en lo que dista del suelo.
He conseguido tanto,
menos parar este frenesí
de estrellas distantes.
Y en este tiempo, 
un suspiro de lo incierto, queda, 
la vereda perdida, 
y todo lo que fue nuestro.




Vacío

 
Rastrojos de lo que fue nuestro,
arden en la desesperación de aquel tiempo
que no vivimos .

Y una vida no es suficiente 
para entender que la tempestad
se esparce por los anales de nuestro
pensamiento.

Lleno de olvido, vacío de ti, 
la poesía que nunca escribí tiene letras aladas
y entre las alas
la palabra
con la que habla el porvenir.

Vacío de todo, 
lleno de ti.