martes, 30 de octubre de 2018

Éramos


Yo era una brisa perdida
en el roto de tu voz,
tú la eterna promesa
en cada luna de noches ahogadas
en sexo, drogas y rock and roll.

Yo era un tio vivo
extasiado, a veces más muerto
de lo que aparento,
tú la bendita salvación de las brujas
que acaban vomitando el final
de los cuentos.

Yo era un café solo
en la mañana sin más compañía que tu ausencia,
tú sabias del dolor
como el amor que odio,
como esta breve e infinita espera.

Yo era la sombra de las aceras
a las horas
en las que los barrenderos limpian la madrugada.
Tú pasar dos veces por la misma casualidad,
cuando nos besábamos sacándole la lengua
a lo que acaba.

Tú, en cambio,
eras la verdad que siempre miente,
el estrés del sol
cada madrugada,
las sábanas en la cama caliente,
frío al despertar al sueño del alba.


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