viernes, 7 de octubre de 2016

Las damas ya no tienen quien les quiera


Las damas ya no tienen
quien les quiera,
es por eso que me llaman a mí,
se les fue la fiebre de ir de duras
en un lavabo
y subirle a él los calzones
tras la raya blanca del anochecer
levanta el premio de consuelo.

Me río del fin,
por eso soy eterno,
soy perfecto porque amo
mis imperfecciones,
condenado a batallar
como guerrero,
mi locura es valentía, 
la vuestra ser unos reprimidos. 

Teneis, sin más pena ni gloria,
la creencia de que la vida
es lo que os venden,
para que los hijos
de vuestros hijos
se fumen con el costo
el polvo sois
y en polvo os convertireis.

Os dijeron que la vida era eso,
abrazos que ahogan,
libertad con condón arcoiris,
sabor a miel en el pastel
de la nada,
cárcel perfumada de versos
sin respuesta,
putas y esclavos
que el dinero movió hilos
como títeres del qué dirán.

Zeus tiró una piedra
para llegar al centro del Universo,
yo lanzó trozos de pan
por el camino a ninguna parte,
un amigo me dijo:
- Por qué no encuentro pareja,
acaso en esta vida somos impares?

Respondí con silencio.

- Por qué entonces, nadie me compra? -insistió.

La respuesta es
que somos víctimas y culpables,
juez y parte
de un espejo que dice te quiero
sin contenido,
de haber vendido nuestra alma
por unas monedas
poniéndole fronteras al más allá
desde el sillón del televisor.

Las damas ya no tienen
quien les quiera.


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