viernes, 7 de octubre de 2016

Ciudad


La ciudad es un manojo de escombros,
personas que vendieron su alma temprano,
compañeros asesinos en los patios del instituto,
y sueños que yacen por los apeaderos de trenes sin viajeros.

Peatones que creyeron
que la vida estaba hecha
y no eran nadie para levantar la voz,
gente que creyó que la revolución
es hacer las mismas mierdas
pero con confeti de colores (...)
La ciudad es hormigón y asfalto,
tristemente como el corazón
de muchas personas,
las hay que se resisten
y penden su fuerza débil
entre el miedo y la temeridad.

Ciudad de ruinas llenas de glamour,
de eternidad el sábado noche
y vacío existencial los domingos,
zapatos que huyen de otros pasos
con la lanza de rivalizar
y el escudo del yo no he sido.

Mierda de chantaje y mentiras,
enamórate y deja que te mate su veneno,
Adán fue un chapero de Cupido
y sí, el alma de quien vio más allá
se duerme entre artistas y artituchos
a orillas de que nadie entienda mi genio.

La ciudad es una sirena varada
que se cansó de que no llegase marinero,
autores de miles de Quijotes muertos
en la barra de un bar,
reinas de fregar en hoteles clandestinos,
novios que olvidaron la ropa
tan pronto como el amor,
pero aun hay quién busca en ti, mi yo,
naufragando en la arena del recuerdo
por el extrarradio de la luna.

Ciudad creo que te mientes
para levantarte cada mañana a las 6,
como el cuento del ratoncito Pérez
o la cigüeña y París,
un loco se suicida por altruismo entre sus posibles víctimas
y esas víctimas matan, infieles,
las ganas de vivir de otros suicidas.

Los parques tienen turno de horarios:

Por la mañana el elefante de juguete
en el columpio,
por la tarde la partida de petanca
por la noche la heroína.
Triste evolución natural de la especie
más evolucionada.

El mundo es una lágrima de petróleo
pero los basureros tienen la obligación
de dejarla limpia en unas horas.
Para qué?

Para seguir con esta mentira.
Para que alguien, imprudente, tome el relevo y luche por la Verdad.


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