No somos nosotros quienes morimos,
son nuestros recuerdos,
Recuerdos que vienen, y van,
que se marchan por siempre,
mientras tú y yo,
nos unimos a la única verdad
y un fatuo consuelo,
pues aunque todo cambie
lo principal
lo atesora lo atemporal
del momento
en nuestras almas,
en un aquí y ahora,
que grita bendiciendo
el silencio
en el cual no muere sino nuestra voz,
entre miles y cientos
de recuerdos.
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