Herido pero en pie,
recuérdame como el canto
de sirena
que se diluye en la eternidad,
como una montaña
que va cayendo a nuestros pies;
recuérdame,
en pie
pero herido.
El firmamento es poco
para esta lucha sin tregua
de encontrarme
a mí mismo
frente el espejo,
borracho de sombra,
de identidad apedreada;
las flores del desierto
son más bellas
si nadie osa arrancarlas,
de pie, herido,
y sin ti.
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