Como un pájaro sin techo ni lumbre,
agito las alas y vuelo lejos,
más allá de mí mismo,
en lo más remoto
del planeta,
soy,
veleta habituada
a los envites del cielo.
A tu indiferencia hecha terco eco
no resuelto
le sale un pequeño rayo de sol
y se moja el aire
por tus alas de mujer;
guerrera, cuyos ojos
son sombra de fuego y hielo.
Frío en Islandia,
tiempo en el que fuimos
eternos perdedores
de tierras ajenas,
que a nosotros
nos nombran
tras un destino incierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario