sábado, 17 de mayo de 2025

Existir

 
Existir
en este momento eterno
que circunda la vida, 
el presente, 
que con alas de fuego
inquieta al mundo,
cual ave peregrina.

Existir sin arrebato de transcendencia,
solo vivir y respirar hondo,
en este ciclo como cientos,
único y lleno de sombras de luz.


Te vi y me perdí

 
El ego de esta ciudad herida, 
los viajes que dieron luz
a oscuras aves, 
el café rociado por las páginas
del libro de la vida, 
tu sensibilidad en mi cabeza, 
tras nostalgia de horas impares.

La tenue libertad hecha cadenas, 
un calendario que reta la tiempo
y al frenesí, 
todo es eterno
como este sol del momento
que eclipsa la mirada

con la que te vi y me perdí.


Espejismos

 
Dirás que la vida toda es una decepción, 
pero el problema fueron nuestras expectativas, 

dirás que todo es desilusión
pero creernos el centro de un universo
no es más que abrazar espejismos
dentro de uno mismo.


Frío en Islandia

 
Como un pájaro sin techo ni lumbre, 
agito las alas y vuelo lejos, 
más allá de mí mismo, 

en lo más remoto
del planeta, 
soy, 
veleta habituada
a los envites del cielo.

A tu indiferencia hecha terco eco
no resuelto
le sale un pequeño rayo de sol
y se moja el aire
por tus alas de mujer;
guerrera, cuyos ojos
son sombra de fuego y hielo.

Frío en Islandia, 
tiempo en el que fuimos 
eternos perdedores
de tierras ajenas, 
que a nosotros 
nos nombran
tras un destino incierto.






Hace frío

 
Fuera hace frío,
y sueño con un lugar remoto
en donde encontrarte, 

fuera hay hielo
en esta perdida isla, 
y hace tanto que no echo de menos
el infierno que arde
en el beso que da lejanas tierras
a nuestros pasos.
 
Dentro de un lago de locura
hirviendo
es ser el más cuerdo 
entre los tristes que me rodean, 
late el frío
en el planeta
mientras el universo es fuego
del cual nunca estaremos salvados.


Que creció

 
El niño que creció sin saber
donde está el cielo
tras sus huellas, 
es hombre hoy
cuya voz pesca
por el firmamento
madreselvas, 
dolorosas amapolas 
de un día que silencia
el tiempo y el espacio.

El niño creció sin zapatos
pero aupándose, 
acarició sueños
de los que no habló con nadie.

El escritor de horas sentenciadas, 
encuentra una voz
en la incertidumbre 
como respuesta, 
hace tanto que añoró
unos brazos 
no habiendo nadie en su camino,  
en los mares del viajero solitario, 
al que el aire besa, 

Misterioso vagabundo, 
que retira hojas muertas 
de su frente, 
con tal de seguir un destino, 
para el que fue nacido 
y encontró caminando
la liberación 
de sus maltrechos pies.





Temporal

 
Ante el temporal 
de esta nostalgia, 
nuestra boca grita
soledad, 
en la lluvia que como destellos 
callan
todo lo que no osamos 
a hablar.

Tempestad de horas diurnas 
de frío
en la isla del hielo, 
ante el temporal
en el cual me visto de negro
para desvestir la duda,
el miedo
la mar.




Horas muertas

 
En este transcurso de horas muertas, 
deseo revivir, 
para encontrarnos tú y yo insomnes
por nuestros sueños, 

peregrinos de un pasado incierto, 

No desfallezcas en el curso
de ser,
sin esta vorágine que nos devora, 
la noche no oculta 
una levedad de horas, 
cuando el frío arde
en este deshielo
del pechos.

Paso de horas muertas
en las que anhelo revivir.


Me siento

 
A veces me siento
como si no fuese conmigo
este estruendo maldito
de tristeza maquillada, 
de bonita apariencia
en rostros de tempestad y sombra.

De ojos que miran, 
y labios que besan vomitando sueños
truncados, 
a veces me siento  pequeño, 
si veo tu pequeña forma de sentirte en el mundo, 
y lloro como lloran
los cipreses 
en un horizonte
de rutina que mata
y esta falsa compañía a mi soledad.


Los recuerdos que mueren

 
No somos nosotros quienes morimos, 
son nuestros recuerdos, 

Recuerdos que vienen, y van,
que se marchan por siempre, 
mientras tú y yo, 
nos unimos a la única verdad
y un fatuo consuelo, 
pues aunque todo cambie
lo principal 
lo atesora lo atemporal 
del momento
en nuestras almas, 
en un aquí y ahora, 
que grita bendiciendo
el silencio 
en el cual no muere sino nuestra voz, 
entre miles y cientos 
de recuerdos.


Guitarra

 
Toco la guitarra, 
suspiro y duermo, 
tan libre que estás solo -me digo,
pero gran fortuna
el encontrarte a ti mismo, amigo, 
tras un cristal honesto y sin temor.

Bueno, miedo todos tenemos, 
incluso, y sobre todo a nuestro verdadero
yo, 
desenmascarado de tristezas, 
(mientras pasan transeúntes lentos
que cargan huesos y silencios
por las calles del Botànic)
eterno en un aullido 
de eco circular, 
donde la ciudad
enciende sus luces
cuando las almas anhelan
un abrazo, 
sólo eso.





Hay veces

 
Hay veces
que nadie te puede entender
cuando pasa la vida
y lo peor es sólo eso, 
somos tránsito
                         de tiempo
                          y nostalgia
en un presente
que acaba en el infortunio
de nosotros.

No he dado a la oportunidad
de que me conozcas, 
camarera de ojos fijos y grandes, 
a veces pasa el tiempo
con el aroma de un poema entre las almas, 
y la inquietud 
de que el misterioso caminante
nunca pare 
alrededor de la ruleta rusa
del azar y los desencuentros.


Herido

 
Herido pero en pie, 
recuérdame como el canto
de sirena
que se diluye en la eternidad, 
como una montaña
que va cayendo a nuestros pies;
recuérdame,
en pie 
          pero herido.

El firmamento es poco
para esta lucha sin tregua
de encontrarme 
a mí mismo
                  frente el espejo, 
borracho de sombra, 
de identidad apedreada;
las flores del desierto
son más bellas
si nadie osa arrancarlas, 

                   de pie, herido, 
                        y sin ti.