Un gato acompaña mi soledad,
testigo de las idas y venidas
del viento,
al ser libre sin entender a los demás,
ella quizá me eche de menos.
(...)
me odiará por creer
que no la extraño,
pero llevo en mí
la entereza de estar roto,
y que haya formado parte
de mi aullido, del huracán pasado.
Nadie, pocos entenderán
mis ganas de partir,
para despedirme
de lo que nunca he podido ser
contigo.
Lejanía que es
reencuentro con los fantasmas
del desencuentro,
que cercenaron mis alas,
y me hicieron no entender
el espejismo de pertenecer a algún lugar,
a algunos brazos.
Gente envidiosa gritaba
en silencio,
pero tenía y tendré algo que demostrar,
que el destino de este beso
era para ella.
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