En este viaje, qué decirte,
me dió tiempo de pensar, entender,
y escribir mucho,
para confesarte que no estuve preparado,
pero la duda y la certeza
de mi amor
es el trago amargo
de la madrugada en un aeropuerto,
de mi soledad que a nadie busca
pero te encontró
y vivió el año y medio más feliz
de mi vida.
En este viaje aprendí
que no existen los finales;
el aroma a eternidad
convive con cada recuerdo.
No dudes que el dolor nos ayuda
a crecer,
que la felicidad deja heridas a terceros,
que ni sabremos alcanzar
cuánto nos echaremos de menos.
Me has dado tanto...
que todo te entregaré en el pasado
que nos queda por vivir.