Andas tras la vida,
con el miedo de no saber qué sentir,
en las nocturnas horas del día posterior,
andas tras la muerte
de sonrisa eterna.
Aquella noche buscó el trotamundos en un bar
la otra mitad de un problema,
y los labios secos de él se mojaron con los de ella,
andabas, viajero en el ronquido de mil madreselvas
y en su pequeño corazón anidaba el frasco
de esencia de las primeras veces.
Andas tras la vida
con las rosas de papel del Levante,
fueron muchos los inviernos sin nadie,
sin más compañía que endurecer el corazón
frente el temporal.
Fueron tropezando tras cada pregunta
y nubes de óxido se dibujó en cada retazo,
tras la incógnita del frío.
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