miércoles, 2 de septiembre de 2020

Fugitivo


Pájaros negros enlutan la luna, 
fugitivos hombres caminan por ti, 
en el país de las huellas suicidas, 
un niño juega con la flor
de cualquier payaso arlequín.

Cuando no me quieras te querré, 
mujer, agárrate, mujer, 
no tengas miedo
a la promesa del viento, 
a esta libertad que encadena,
en las quimeras de las banderas sin cielo, 
tú fuiste la sílaba de mi voz
y el amor, un gin tonic en la garganta
del ciego.

Brumas celestes son guía y paz 
de un desconsuelo eterno, 
en la ciudad de los buitres negros,
el viajero no descansa de cargar rastrojos
circularmente,
ante las puertas cerradas a la mar.

Y este que escribe dibuja un te quiero, 
tú, si te place, escucha el huracán, 
mujer, despréndete, no temas, 
de la nostalgia de unos ojos que buscan
pupilas a las que mirar, 
en las olas de mi cintura juega la comisura
de tus caderas
a las brasas que abrigan la chimenea, 
donde dos insensatos arden sin tiempo 
ni edad.







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