miércoles, 23 de septiembre de 2020

Felicidad


Es sólo verte 
y se llena de felicidad mi alma,
ver que tus ojillos despiertan
la revolución de cada mañana.

El mundo es una fuente de cosas no dichas,
de oportunidades por mejorar,
no naufragues entre gentes 
que no miran más allá y dime;

cómo esquivar, cómo,
a quien te paga con desamor,
a quien te da ingratitud,
coge la mejilla de una flor
y deja que de alegría bañe
toda con tu luz.

Guardas un universo
en las esquinas de tu boca,
saltimbanqui tus pestañas
que se elevan al mirar,
si puedes hacer del desierto florecer, 
escrito queda que "la vida es bella"
para recordárselo a quien no lo cree.

Por eso, defiendo la alegría
como alergia del miedo,
por eso, coso el roto de nuestros destinos,
con agua de mil cielos,
para que viajando, mis pies lleguen a ti
para que la vida no tenga más sentido,
que luchar por ser feliz.



A la deriva


La desilusión, la desazón,
el corazón helado en cualquier parte,
haga bruma o sol,
voy paseando la tristeza como quien
camina con un cadáver.

Soy alguien alegre con rachas de onda tristeza,
disimulo aunque me veas
quiero querer aunque no quiera, y...

se apagan las lunas,
incierto futuro,
de cornisas bajadas y cuerpos maltrechos,
me duele el enfado de quienes quiero,
haberlo hecho tan mal
que ya nada tiene remedio.

Desilusión,
tienes nombre de estrella,
que, volátil, no permanece arriba mía,
desamparo de lo vivido,
corcel que camina enloquecido
y a la deriva.
Tristeza.



lunes, 14 de septiembre de 2020

La misma cara


La misma cara, 
el trotamundos y el orador, 
la mala persona y la buena, 
donde converge la cobardía y el valor,
pulso de la sinrazón en plena coherencia.

Los sueños son la única verdad
donde se proyecta la vida, 
allí se hace camino
desafiando a la moral 

la misma cara de quién no supo quererte
y de quién te llegó a amar.

Los sueños son la única verdad, 
la mente humana 
está hecha de espejismo,  
cuando tu mundo sea negro
lee en el tiempo 
las luciérnagas
que se abren paso en tu camino.

Tenemos la misma cara, 
con distinto rostro,
escrito está en una cárcel 
sin puertas.








Por si acaso estuvieras escuchando

 
Por si acaso estuvieras escuchando, 
por si pierdo la razón al razonar, 
al decirte que son estallidos
los que abruman mi pecho, 
por si acaso estuvieras descifrando
el rumor de las cigüeñas 
en algún lejano mar.

Quisiera decirte
que la vida nos aleja y nosotros seguimos ahí, 
insomnes con la precipitación 
de vendavales que no abarcaron
el fin de los inicios.

Por si acaso estuvieras escuchando
como renace el mundo a cada paso, 
y lo que se perdió no es prenda perdida,
quisiera entregarte parte de mi vida
en lo que dura mi eterna oración.

Quisiera decirte que el amor es mentira
pero nosotros verdad, 
que fui idiota por no saber reaccionar, 
perdón, y gracias, 
cómo decirte que me descompongo
con el oro oxidado del tiempo
y a veces no soy o a veces sí te encuentro
en esta despiadada soledad.


sábado, 12 de septiembre de 2020

El vagabundo


En tierra de nadie, sin rendir más cuentas que a uno mismo, a eso le enseñó el tiempo al vagabundo vestido como tú. 
Cuando los amores saben a ceniza, cuando la luna son dos filos que cortan, la mujer se pierde cual hombre en las tibias palabras que no se pronuncian. Lo malo de los años es que si no te lo escribo mi memoria muere, que cada vez estamos más perdidos, más locos, es difícil no solo enamorarse, sino encontrar la persona con la cual ser acertado error. Navegando por una red social el vagabundo se hizo viejo. Apergaminadas manos de la ilusión repetida. 
Sin tener más que tu nombre me perdí en el carbón de tus ojos, bla bla, y otras historias, donde poner el corazón en brasas y fuego. En tierra de nadie, por favor, me sirve el alcohol suficiente que borre las líneas del mar
Mucha gente cometió el adulterio a sí misma de comprometerse demasiado, y la bendición del amor pueden ser letras torcidas en el reglón del cielo. O no, o quizá el vagabundo esté equivocado, y todo es ciencia perfecta de imperfectas personas, cómo le exasperaba a aquel personaje ser más personaje que persona ante los demás.
Lo cierto de ir sin rumbo es que al final no haces las paces con la locura, pero el amor exige responsabilidades, orín como oro en el orinal de las putas, fiebre de tenerlo todo y no haber hecho nada en la vida.


Vomito, desazón, belleza


El humo de los bares, 
el gin, grietas, los zapatos mojados, 
lunares en el alma, 
ángeles caídos, trenes, 
resaca, horarios (...)
Tus ojos como peonzas de un maniquí, 
mis manos como soldados del viento, 
quimeras, truenos, elixir
del boca a boca 
que ejecutaron dos muertos.
Azúcar, mentiras, cansancio, 
funambulistas del deprecio, 
dinero, noticias, 
modernismo después de lo moderno,
ensayo, soledad, compañía, 
gatos, rincones, mierda, 
quién critica a los críticos,
abrevadero de las fieras indómitas
que gobiernan las cerezas del cielo, 
sarna, pus, lentejuelas, 
el que lo sabe no siempre lo prueba, 
el que es santo no suele ser pródigo
en su tierra.

Viajes, dudas, existencia, 
vomito, desazón, belleza.






Hacerlo mal

 
Tarareabas "Llorona" mirando al mar, 
Trieste en ruinas, y la mochila colgando hacia cualquier parte, 
en un mundo depredador tal vez la ternura no sea buena idea, 

tarareabas una canción indescifrable 
y las botas cansadas se recostaban en las huellas
de caminos cansados de volver a empezar.

Te recogías el pelo con un moño mirándote en el espejo de los coches, 
bebíamos el té amargo con un matojo de hierbabuena, 
y de cada viaje la soledad nos acompañaba, 
tú que fuiste para no ser, 
yo que escribo en un rincón de la memoria
para ser lo que no será.

Tarareabas "Llorona" y la Universidad desafiaba nuestros sueños, 
las prostitutas huían de la llovizna en Velluters, 
y en veinte años, la vida supo por un instante
ganarle a la muerte la partida.

Oporto era, bañada de argento, el vientre de las nubes, 
el choque de trenes, que no alucinación, del viajero,
tú, fantasma de carne y sal, 
sabrás que en la eternidad solo supe hacerlo mal, 
echarte por siempre de menos.



miércoles, 2 de septiembre de 2020

Destinos huidizos


El frío de esta ciudad se sumerge
en destinos huidizos entre nosotros, 
y no sabes si llorar o perderte en un suspiro, 

¿qué queda cuando ya no hay nada?

escritura como vertebra de lo divino
y amor cuya hoja no perece, 
mientras; al incendio no fuimos avisados.

Todos los países tienen un himno, 
pero mi canción 
es una marea silenciosa
junto a ti, 
tú sospechas que no estaré, 
tras el porvenir que huye
y cartas se queman, volátiles, intangibles, 

mares de vaivenes, en los que los mapas tintinean
frente al cristal roto de la incomprensión.

Esta ciudad tiene un millón de habitantes
que no ven pero gritan, lucífugos, 

la magia se posó
en las alas de una mariposa esquiva, 
y se acaba la poesía, 
cuando empieza la vida allá fuera, 
sin saber si fuimos invitados, 
o si fui artífice de un sueño demorado
por un fugitivo dueño, 
llamado amor.




Oda a la guitarra


Las horas son atemporales
si hablan tus cuerdas en la mejilla de mis dedos, 
si grita el terciopelo, 
y un universo en lo más pequeño abarca, 
encrucijada de notas y arpegios
que dan palabra
al tenue fuego de ser yo y ser guitarra.

De tanto rasgar te hice herida, 
de tanto sonar, mudo me hiciste, 
yo que soy ave sin guarida, 
eclipsó una canción
la soledad que enjambra 
mis días tristes.

Porque contigo soy más que uno, 
porque en un ciclón me sumerjo
a tu lado, 
porque de madera, y seis cuerdas
te hizo un artesano, 
y de mi mano izquierda
el hogar es más mío.

Por eso te canto, guitarra.


Fugitivo


Pájaros negros enlutan la luna, 
fugitivos hombres caminan por ti, 
en el país de las huellas suicidas, 
un niño juega con la flor
de cualquier payaso arlequín.

Cuando no me quieras te querré, 
mujer, agárrate, mujer, 
no tengas miedo
a la promesa del viento, 
a esta libertad que encadena,
en las quimeras de las banderas sin cielo, 
tú fuiste la sílaba de mi voz
y el amor, un gin tonic en la garganta
del ciego.

Brumas celestes son guía y paz 
de un desconsuelo eterno, 
en la ciudad de los buitres negros,
el viajero no descansa de cargar rastrojos
circularmente,
ante las puertas cerradas a la mar.

Y este que escribe dibuja un te quiero, 
tú, si te place, escucha el huracán, 
mujer, despréndete, no temas, 
de la nostalgia de unos ojos que buscan
pupilas a las que mirar, 
en las olas de mi cintura juega la comisura
de tus caderas
a las brasas que abrigan la chimenea, 
donde dos insensatos arden sin tiempo 
ni edad.