lunes, 18 de junio de 2018
Corona de laurel
Cuando el amor es una quimera,
rutina de ensuciar el alma en los arrabales del corazón,
llega la luna esquiva a encarar al sol por la ventana
y en una rosa muerta el rocío cubre la mañana
de lo que fuimos tú y yo.
Cuando todo es mentira, y los años no hacen más
que dar la razón a la vejez,
mis huellas son pasos a la deriva
de haber probado lo amargo y dulce de la muerte
sin haber muerto,
o tal vez,
no haya mayor desconsuelo que el vértigo de tu ombligo,
de tu boca que la besaron cuando no era el momento,
labios que son llaves de tan poca felicidad
de tanta fatiga recostada a tu lado,
y existencia que se volvió oscuro hado
del ojalá.
Cuando hay peligro de perder la razón
de tanto tenerla,
cuando se filtra en un grito
los cristales rotos que dejaron tus fiestas,
será que no cabe una verdad en la voz
que abarque el alma rota y quejumbrosa,
aunque maleable como una nube
en una corona de laurel
del dios del desamor.
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