En un bar, donde inventé la luz de amor,
que los amantes se prometen antes de olvidarla,
me verás allí, cariño,
escribiéndote a ti por no haber sido y ser tan tarde
por haber consumido juntos cigarros sin más que tú como
llama.
Los poetas han muerto, porque no saben qué cantar,
y tus ojos cambian y tu boca con sabor a aire
clavan la verdad de esta promesa de no ser,
de esta verdad tan sostenida,
de amantes que dan nuestros nombres en la recepción de los
hoteles perdidos.
Allí, mueren nuestros restos, para empezar otro amor,
porque nosotros hemos sido para entender a las parejas
futuras
para saber la herida y el fracaso,
el amor no muere y sin embargo.
… no lo entiendo…
cómo arrastrar cada cabello de nube
galopante de tu pelo.
Los hoteles cierran temprano
y la noche cerrada abre el bar
que es mi cobijo con la sed de tu cuerpo.
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