lunes, 12 de marzo de 2018

Semillas


Sus ojos,
relámpago de cosas puras,
hay atajos para el destino
pero él sabe los trucos
de no escapar a nuestra esencia
que mueve el mundo,
el cual también existe por nosotros
al moverlo caminando.

Amor es la quimera del tiempo,
duendes de lo invisible ayudan
si la semilla que tienes dentro
la riegas con el amor y la nobleza
de quien se sueña eterno
junto al resto de la humanidad.

Porque lo malo no es morir,
es sentirse muerto cuando caigan
una y
otra vez
las emociones de un pecho robusto
y tierno por dentro.
Mientras lo fatal es creer que puede el mal
adueñarse del mundo o de ti.
Pues nunca será posible,
porque no todo lo arrastra la destrucción
donde la flor de lo noble renace
tras estampidas entre sombras.

Sus labios eran el desván del tiempo,
porque somos tiempo y espacio,
altitud que no se entiende en este mundo
de locos por el miedo a evolucionar a la otra locura.
La de ser superiores por tanta miseria
de tener y no ser.


De no entender.


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