En la palabra que hace del metal, lava,
por los estertores de un mundo que cada vez más
no me pertenece,
flor que se moja con los labios del aurora,
vientre que tuvo la luz de tantos amaneceres.
En el mundo que se ahogó
en su propia cobardía,
y relegó a tu tiempo sin alma
el arte y la poesía,
a los ojos que acunan el desamparo y la ansiedad,
me decían que no sirve de nada llenar de versos
la vida,
mientras su idea de vivir consistía
en el que dirán.
La palabra como dueña de la locura
que no es tan loca,
como dueña de lo que nunca se tendrá,
la palabra cierra los ojos
y abre mi boca,
poniendo música de cámara
a este ruido infernal.
La palabra, eso es lo único que nos queda,
deforme círculo perfecto,
tiempos futuros de un presente que fue,
en el mundo que se solo se mira al ombligo
antes de ver la luz,
y moriremos en la tumba de la estupidez.
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