Por protegerme del terremoto de la mente,
la noche no me deja ver la luna,
no quiero perderla,
pero me pierdo,
y tan impotente quedo
que sin fuerzas sólo sé besar con dulzura.
Una inyección de paz
necesita mi regazo,
un sueño perdido de empuje y ojalá,
dónde queda el arrojo de antaño,
cuando el mundo era mío,
mientras mis sienes me exigen
lo hoy no puedo dar.
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