lunes, 17 de septiembre de 2018

El pueblo


Las torres e iglesias protegen el aire envalentonado por caballos blancos que cabalgan el sendero que va al pueblo.
Flores abiertas y empedradas calles dejan divisar los tejados irregulares en un remanso de casas que caen y se desgranan por el valle arbolado.
Aldea de músicos los domingos de mañana, mercado de hierbabuena, miel y leche, olor a lavanda y almendras transitan las acequias. Los girasoles a lo lejos alumbran un atardecer con el bálsamo canela en el cielo y rosadas nubes juegan gráciles a empujar a los gorriones en sus nidos.
Llega la noche. Duerme el pueblo. Los lugareños ocupan las tabernas al calor del vino y el queso curado.
Los viejos del lugar cuentan que cada mañana renace la magia en las venas peregrinas del pueblo.




No hay comentarios: