Que no es lo mismo
ser el actor de un juego cruel
que mirar desde un poema el abismo,
que todos me creen sin tener fe,
pero no gusta tanto
el látigo negro que me encarna.
Empiezo a creer que de la juventud
a la edad adulta
hay tantos culpables
que yo solo; solamente llego a ser víctima,
abandono tras el aplauso fácil;
mérito que todos alaban
y que todos le ponen la zancadilla.
En resumen,
que el amor no existe -me digo-,
mañana volveré a ser
como hoy,
personaje de clown
fiel seguidor de los que siguen la norma,
no vaya a ser que ella sobrevuele
hurgando en la arena
el precipicio que me mata.
Ese que llama a tu nombre secreto
en cada verso.
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