He viajado sin darme cuenta apenas
al lado luminoso
del pasajero en el tren de la vida
aunque vine desde abajo, tan abajo
que en el subsuelo del barrio
nadie creyó que yo podría atisbar luz,
en la cárcel de mi mente
me di cuenta de que el prisionero,
(que era yo),
tenía las llaves,
en el agua de mi boca
me ahogué cual Narciso
tras el negro estanque
de la belleza resignada,
y nunca me vi tan hermoso y maldito
como cuando te puede sentir
llorar al otro lado
de mi desengaño por no saber
darte algo tan sencillo,
pero que me rebosa y a su vez no percibo, ciego,
como Amor.
He viajado desde un coche de Urgencia
a un despacho elegante,
soy poeta que se ahoga con el suspiro
de no ser de nadie
y a su vez necesitar esa libertad.
-Te conocí y me haces dudar.
-Me conociste y te hice dudar.
Y entre duda y duda,
bailas?
(...)
te pisaré los pies,
pero te doy mi alma más pura,
esa por la que soy contigo
el escudo y la espada
de la revolución que siempre
habíamos ideado.
Tú, desnuda eres invencible,
eres un alarde de sensibilidad
que de pie me besa,
eres algo así como dos civilizaciones
que se entrelazan
tras el disparo de humo
de nuestra inspiración herida
por prisas, archivos y deberes inútiles.
Soy un caminante al que le cortaron las alas
ideé castillos y torres
en un paisaje de
edificios,
podredumbre,
precariedad
el sueño era un puente para llegar a ser tacto,
aunque nunca estabas conmigo
pero mi pensamiento
dio cobijo a tantas horas
en las que tú me abrazabas en el silencio
atronador de la perdida juventud
que rugía en nuestros corazones
y nuestros sexos.
Éramos libres,
presos de emociones contradictorias
y la poesía un remanso de ficciones
que al hacerse realidad, luego la temíamos.
Te cansaste de esperar (se evaporó el sortilegio),
yo me aparté humillado
y donde nacían de mi mano versos,
la raíz asfixiante de la locura
brotó de mis muñecas
óxido de recuerdo indescifrable.
Yo, tan bello y tan loco,
tan libre y tan preso.
Viajé sin nada y todo fue mío.
Lo que en otros era temeridad lo forjé como estilo de vida.
Donde unos veían estos ojos esculpidos por la luz,
mis ojos veían carreteras cortadas
camino a ninguna parte
donde sé, lo juro, lo sé
que esperas, en algún siglo, me esperas
todavía.
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