Viví una mentira,
álamos tristes,
serpiente en mi garganta,
viví la verdad que la muerte
calla.
El tesón del guerrero
que se agrieta
por el devenir de las horas,
corsario de hojas secas,
cuando la duermevela
de lo que pudo ser,
hoy me mata.
Viví un laberinto de quietud.
Viví el sin perdón del tiempo,
las huellas de un remanso de dolor,
lo fatal y funesto
de hacer mío lo que nunca me
perteneció.
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