domingo, 15 de julio de 2018

Metal y humo


Qué ridículo es el mar
si en cada latido de lo vivido
las olas no nos llevasen a una nueva aventura,
un viaje sin final,
sería adornar
de azúcar cada cima de volcán
entre tanta amargura.

Lecciones de vivir,
lengua seca de aire que arremolina tu pelo,
la belleza está a la vuelta de la esquina
y la mayor exploración puede que sea
el por qué de la luz
que escondes dentro.

Y en la ciudad que muere de pasión
o abandono,
hay poetas en el fondo de cada rincón
que sin palabras
escriben,
la réplica del destino
y de aquello cuanto somos.

Qué ridícula la tierra
si es solo
un artificio de consumo,
hay almas que vibran, almas en pena,
dormitando en guaridas
y entre lo que somos
cenizas, metal y humo.


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