Como los Evangelios de la desgracia,
de los desastres que vinieron,
soy un caminante que transita
por la fina línea entre la temeridad y
el miedo.
Por el tenue devenir de lo que otros
labraron
y yo quise pero sin saber
que mis sienes palpitan rudo porvenir
presente,
canción de cuna de quien se acuna en
la tempestad,
lluvia azul para manos grises
mensajes de palomas que me mandaron
y los leí a medias
para mi salvación ultrajada
y ahogada de verdad.
Como una canción sin acorde,
como la voz de quien tiene elevada el
alma
y péndula entre los abismos de dos
mundos
la luna y el sol
la luz y la oscuridad,
soy y no soy
muerte envuelta de vida,
vida que es eterna
condena de gozar el mundo
a través de un desierto de arena.
Como la palabra sacra,
hay alguien más por allí?
De taparme entre las mantas
hasta que la guadaña que me perseguía
desistió y me persigue,
hasta que yo la convierta sólo en
magia
porque un pequeño espacio tiene mis
ojos
donde nadie manda,
quien se sabe seguro de su libertad.
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