Cada lunes vuelves del trabajo,
con la ansiedad que tiene
el alma herida,
y tal vez no nos hayamos salvado
de ser vértigo de naufragio
que en el barrio
daba al empezar en aquellos años,
la vida.
De aquellos años,
sólo queda lo que hoy tengo;
el soñar,
el idear futuros imperfectos,
sabiendo que lo imposible
se puede concebir
tras un destino lleno del vacío
con el que lidia la soledad,
Soledad como locura
tatuada en el pecho,
pero mira por donde,
tan solo que desterré
a los ángeles del desamparo
en mi roto corazón
movido por los días
que han de venir.
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