De repente te veo entre la gente,
y no sé si agachar la cabeza
o seguir escribiendo en la barra de este destartalado café,
no sé bien el motivo de que haya tanto miedo,
tanto respeto a lo natural,
te veo entre la gente
y no sé si reír o llorar.
La lluvia de otoño no limpia el alma,
demasiado cansancio,
demasiado compromiso
de los que creyeron
que la vida termina con un sí quiero,
sin saber que acaba
en la poesía del sol cada mañana en tus ojos,
esa poesía que se convirtió
en la eterna fecha de caducidad
de mis días muertos.
Al final tengo en el regazo la libertad que te falta,
y preguntas por qué,
de repente te veo entre la gente,
eres el garabato de una niña que baila llena de miradas ajenas
en el estribillo de esta canción
con más dolores que fe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario