Eres un viaje a cualquier isla desierta,
la voz que se rompe en el mercado,
fatiga de estar siempre ideal,
una media rota tras el invierno,
renacer de esa flor de tu terraza
en primavera.
Lo que hablan de ti otras mujeres
te cansan,
vives en un paraíso lleno de vacíos,
mujer; ni más ni menos,
digna en cualquier esquina,
en cualquier pergamino del tesoro nunca encontrado.
Un camino de gorriones en el aire
viajan por tus caderas,
objeto en la cabeza de la prisión de tantos,
borracha de luz, arco iris en los versos
del tiempo que no volverá.
Tú,
viajera que no conoces
dónde empieza o termina el día,
que sabes que no naciste de una costilla,
vientre que hierve
media luna de callada sonrisa,
corona de sal.
No me quieres ver,
ni que desordene lo que viviste,
para que te arrodilles ante la libertad perdida,
mirada de Ché
en tus ojos con las dudas
de lo que fue nuestro.
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