Vuelvo
como vuelan
las ganas de escribir
en cada rincón del tiempo,
el huracán no pudo
con el fin de los finales;
por eso vuelvo.
Tras la incógnita de unas manos
manchadas de vida,
el cielo se rompía en mí
por amar tanto los imposibles
y volver al recóndito
sobrevivir
de la debilidad
en una ayuda vacía.
Luciérnagas ausentes,
suelo que temblaba
en mi pulso,
vuelvo para solo ser
hijo de la luna,
cristal amenazante
más que por lo afilado,
por ser reflejo
de la oscuridad
que cada uno alumbra.
Vuelvo,
el miedo dejó puertas cerradas
y mi alma abierta,
por saber la paz de un beso.
Vuelvo.
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