jueves, 17 de diciembre de 2015

Flechazo de luz


Ellos me miran
pero nadie sabe cuánto explota
en mis adentros.

¿Será ir en contra natura el observar
la naturaleza de sentirse vivo?
Será.

Látigo de abrazarla
para enterrar a bellas mujeres
que me besaron
sin ser conscientes de la lumbre que hervía
en mi corazón,
porque si todos somos hijos de una misma muerte,
la linterna se apaga justamente al huir,
cuando el día amanece.

Este silencio es aroma a tumba
o a bramido de los amantes
que se beben en el café
la ira
escupida por los labios
amargos del amor.

¡Sí! dichoso el niño que juega sin pensar,
dichoso el suicida
que se arroja sin pensar,
y yo, insignificante, que respiro circularmente,
soy testigo de mi fin
¡absurdo!,
como el principio de un baile sin música.

Ellos no me ven jurar
al partir un avión que ¡volveré!
Solo soy un pez que se ahoga
entre la podredumbre
de los anestesiados.

¿Qué mundo dejarás 
a tu hijo?
Si de vivir se trata -me dices,
...
¿Oyes en un bosque seco
acaso un flechazo de luz?


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