lunes, 23 de febrero de 2015
Dulce corazón, agria coraza.
No llegas a esconder en tu risa
cosas que tu boca dice.
Te podría dar el ejemplo
de una cuerda rota
en el alma
cada vez que él y su fantasma
vuelven a pisar las margaritas
junto a tu jardín del deseo.
O como el tiempo siendo juez
todo convierte en su objetivo
sin hacer posible
lo que nunca llega a sentir un enamorado;
ver el espejismo de Bécquer
cruzando un mar
en la caída de ojos
por tu pupila azul.
Y tú...
obsesionada con el jardín hoy lleno de sed,
y mañana marchito.
Vengo a decirte
que eres la incógnita
de la ciencia
que juega ante el pobre peregrino
cuando grita "guapa"
mientras miras a los lados
llena de dudas.
-¿Por qué no?-digo
-¿Para qué?- contestas.
Dulce corazón,
agria coraza.
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