Escribirle un poema a una chica
es como sacarla a bailar.
Primero tienes miedo
por no alcanzar sus expectativas,
(hay gente alrededor que ríe)
pero poco después
siguiendo el vaivén
de los latidos de la música
como los de estos versos,
la sociedad va callando;
se rinden frustrados
por el delirio atronador.
Entonces despierta la luz
en aplausos
y los protagonistas mirándose
intuyen que la eternidad
estuvo rondando cerca,
muy cerca del corazón.
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