Ves alejada aquella estrella
y rompes a llorar como entonces,
abrazas la almohada cuando te desvelas,
para besar a la que
llaman soledad,
con tu nombre.
Y la quietud de tu corazón,
mecido por el amor más lindo que hubo,
se ha vuelto naves de cartón,
divagando en el mar turbulento,
que inunda las frágiles horas del mundo.
No estés triste…
ya sé que la tristeza
es la estación única
donde tienen cabida las hondas almas,
que son humo de boca en boca…
No añores lo que perdiste,
porque tú bien sabes
¡Que te mereces otra cosa!
Ves distante el cariño,
y un poema es un pergamino
obtuso que no mata las ansias,
¿Te equivocarías otra vez?
¿Si no ves que quien se llena de amor
no es el amado, sino tú,
que eres la que ama?
Ves alejada aquella estrella,
tranquila, otra vendrá,
yo te doy un beso
para que no tengas frío,
y camines segura
porque aun te queda tanto entre tus manos
por lo que luchar.
Por lo que luchar.
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