lunes, 9 de septiembre de 2013

Instrucciones para salvar el odio eterno II


No mires a aquella mujer, tus ojos alimentan su luz
no la quieras, no la desees…
y serás libre.

No mires
a esa mujer, no la mires,
¿no ves que ni te ve
ni te sabe observar
más allá de sus inseguridades
de imposibles que buscan entender la locura?

No mires esa mirada
o te convertirás en piedra;
otros senderos por donde tus zapatos se llenan de barro,
no alcanzarán a soñar tras las tapias
por ver lindas damas que apuesten bailar contigo
el tango de los temerarios

Ni siquiera la odies
ella acunará en su pecho
otro hombre
seguro no tan valiente
pero servil en el lugar donde se olvidan las gaviotas.

es solo una chica, te digo.
no la mires
vente conmigo de fiesta
no la sientas… pero es tan fácil decirlo…



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