miércoles, 15 de octubre de 2008

Serenata isleña


En la noche abanicada por marismas,
sombras han sido abrazadas,
ella se fue, mas no su recuerdo,
el cariño se olvida de mis ganas

que duelen como un llanto recién nacido,
y agrieta el sentido latir de mi esperanza,
el corazón está aullando en un abismo,
roto, tras la ocasión pasada.

Mas la inquietud que a mi ha sido dada,
no olvidé lo eterno de la memoria,
de los ojos tristes, de su mirada.

Quisiera que el viaje fuera compartido,
más como compartir el tormento
de quien no se creyó digno, solo de nostalgias.

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