martes, 28 de octubre de 2008
El viajero
Con tu voz de lija
Se alegra mi alma,
Con tus ojos negros
Se ilumina el mar,
Algodón tus manos
Cuales palomas blancas
Con tu risa perenne
Se perfumó el azahar.
Con tus bríos y tus fuerzas
Se levanta el día,
“otro mundo es posible”
con tu ideal
la amistad deja en ti
el color claroscuro,
para teñir de esperanza
los días que vendrán.
Tus dedos acarician
las horas más bellas
bendita la promesa,
cancelas que abrirán
alegría en tu sonrisa,
agua en el desierto,
pasos de este viajero,
que no aprende
a olvidar.
domingo, 26 de octubre de 2008
Eu sou um menino da rua
El sabor del amanecer detiene siempre el tiempo para os meninos da rua y nunca se llega a crecer del todo.
Yo también fui uno de ellos.
La noche tiende sus estambres erráticos a los niños y la tacha de haber nacido es alumbrar el tiempo con la luz apagada. Los muchachos que intentan venderte cualquier trasto por las tristes esquinas me recuerdan a mí a veces, sobreviví escuchando poesía y luchando por leer las calles con ojos de sueño.
Ayer recibí una carta de la chica de la sombra roja, me hablaba del hastío en Valencia, yo le podría decir que comparto la soledad con su mirada.
Oporto es una ciudad tranquila, lo que más me gusta es visitar la Ribeira. Mezcolanza de olores que se cuelan en un anclado siglo por calles angostas y empedradas allí cuando muere el día. Todo se compra menos lo auténtico, niños juegan en la acera, y aroma a mar y caldo de pescado bañado en pan se enredan en los escalones hacia el río Douro.
Las sábanas y la ropa están colgando de las barandillas oxidadas o de improvisados cables y todos los adoquines con lluvia están encrespándose ante el ansiado pie del viajero, por eso el relieve es de cuestas y cuestas hasta llegar a Iglesias de azulejos azules y blancos.
Los puentes del río son fantasía de arquitectura, el del Rey Luis I es como una columna vertebral de acero acostada que saluda al temporal.
Y fui un aprendiz de la libertad que solo pintará fracasos. Oporto será hoy los otros labios con los que poder ahogar el recuerdo de aquella persona que cambió mi vida.
Este domingo de ausencias ha servido para sentarme en Aliados, sentir la humedad que sube por la espalda, degustar unos paisteis de nata en el país más dulce donde en cada esquina hay una confitería, y escribir y pensar y no poder dormir. Ya compré el billete para Valencia y allí seguro que todo sigue tan muerto o yo tan insultántemente vivo como en Oporto.
sábado, 25 de octubre de 2008
Antes del amanecer
Vuela el nido de las cosas perdidas
si con otra persona has convertido
mi hoguera en ceniza,
dime porque soy esclavo eterno,
de tu querida partida
porque eres tú misma
estación , llegada y salida.
Antes del amanecer
esta biografía vacía de sensaciones,
te habla del barniz de luz almendrada
de la luna,
la hojarasca color malva,
adicta a la noche oscura
que todo gira entorno a ti
y tú giras en mi vida.
Como hacer de un invierno primavera
y canción de cantautor
a este simple poema,
para dejar en tu buzón
los retales hollados en el sendero
de la lluvia tras nosotros,
para que antes del amanecer
encuentres
pupilas distintas
que te miren con mis ojos.
Te tuve en sueños
La lejanía es esa distancia que sabemos no podremos alcanzar. Ellos se conocían en sueños, quizás ya vivían antes de haber nacido, él para ella, ella para él, la cuestión es que se amaban, a pesar, de la distancia.
No se habían encontrado en persona pero sabían que estaban cerca el uno del otro, en sus trabajos, él de obrero, ella de cajera, guardaban la esperanza que les decía, “nunca estaréis solos”.
Hubo una vez que se encontraron, en la fiesta mayor del pueblo de él, cruzaron sus miradas y parecía que indiferentes se perdían de vista pero un escalofrío en la espalda de ella le decía que algo había pasado; la estela de la luz del amor.
Puede que todo esté escrito o puede que no. Puede que otra vez se encuentren en sueños nuestros amantes, puede que en otra vida ella amanse los cabellos de él, y éste bese la oreja de su querida rescatada y entre brumas y nubes de infinitud se congele la verdad porque no existe el tiempo si el tiempo lo guarda un segundo de amor que equivale a una existencia.
En días como este, aburridos, donde los años son la única verdad que pasa, aún imagino la felicidad de nuestros personajes y que el cuento termina bien. Puede que solo nos quede la poesía por escribir donde los errores no nos hayan enseñado a perdonar y mañana es un siempre que algún día podremos no sucumbir.
Ella murió; él murió, en el mismo día, en el mismo lugar volvieron a encontrarse en el sueño que no acaba jamás.
miércoles, 15 de octubre de 2008
Lo que queda por aprender
Vuelvo la espalda a todo cuanto tengo,
títere de la risa y el dolor,
vuelvo a lanzar mariposas si navego,
en viaje de mis ruinas a tu corazón.
Al no entender cómo estar a tu lado,
creí que las batallas con palabras se vencen.
La distancia de todo hace pasado,
tu verdad cuenta que mis poemas mienten.
Sobre todo lo que es y fue nuestro,
queda la memoria, esa parte del destino
que a traición nos hace viejos.
La amistad o el amor son abismo sin red.
que regresan como regresan las dudas
enseñándonos lo que queda por aprender.
Ya sé que no me quieres
Ya sé que no me quieres,
que debo dejarte pasar
y ser sed en el mar
indiferencia entre la gente,
pero no puedo arrebatar así
mi lucha a la dulzura,
ni puedo entender el silencio,
sin la alegría.
Aunque no me quieras
tienes que saber que
soy esclavo de la humillación,
por no poder olvidarte,
aunque daría todo por hacerlo.
Ya sé que no me quieres,
pero me castiga
el recordarlo,
y escribir es bálsamo de ciego.
Los coches vienen y van por la Avenida
y no hay más que humedad en el techo,
cuando de un portazo,
se fue la vida.
No sé siquiera si existes ya
como antes, cuando te atraía mi dolor,
yo que juré no entregarme
a este sentimiento tan pesado,
de ser el frustrado enamorado,
que sueña con dos palomas
volando a la par,
ya ves, niña, te entrego la espada del guerrero,
y aunque no me quieras, te quiero,
como el cielo,
que no podré alcanzar.
Me falta que digas algo,
una señal tuya,
para saber que todavía
sientes lo que sentías
por mí,
supongo que tendré que entender
que las emociones
se entierran en el olvido,
para no asfixiarnos
con lo que ha sido amor,
pero no puedo dejar de tenerte delante
entre las brumas de la conciencia
ni deshojar inocente,
la rosa de la espera,
creyendo que tú algún día
te arrepientas
de estar atada
a esa absurda libertad.
Devuélveme la esperanza
de sentirte cerca
como el aire en gélido desierto
donde se arrinconan mis caricias,
aunque no me quieras,
empecemos como dos extraños;
coge un dedo de mi mano,
para indicar juntos, el destino
que en su día, íbamos a trazar.
Maldigo el amor
Maldigo el amor
que no supe cuidar.
Maldigo un "te echo de menos”,
el equipaje perdido,
los aeropuertos, la ropa en el suelo,
la desconfianza,
los anillos y las huidas a ningún lugar.
Maldigo las miradas cobardes.
Sólo sabría
adorar el deseo que aun conservo,
que da sentido a la distancia y al recuerdo.
Maldigo el aire que se eleva
ante tu presencia,
Maldigo, amor, el poema
hacia alguien muerto,
el escalofrío, la esquizo-pena,
y creer que el mundo está entre mis cejas.
Maldigo el miedo a dar el salto mortal,
el querer equivocarse,
y descuidar
los abrazos.
Ver la espina y no la rosa,
dar el cumplido y no el silencio,
verte en la nada
y mi esencia se desvanece,
maldiciendo volver a ser hombre,
con una grieta
tan profunda en el alma.
Tus ojos
A tus pupilas , a tus ojos
Son Lunas plenas en tazas de barro,
condimento de sal bañan las cerdas
difuso color añil en la tierra,
cuencas floridas por diademas de plata.
Silvestre deambular vigila,
la sordidez exhausta de las ánimas,
entra en el encinto límite del rayo,
atraviesa el horizonte que a la ilusión llama.
Centro de una guitarra hueca,
boca de un volcán en mitad de dos soles,
quema la fuga lívida de cientos de saetas,
mientras ondula la pupila sin nombre.
Dos tatuajes indelebles que se ahuyentan,
niñas traviesas enjauladas en pestañas,
retozan, malabaristas de lo invisible,
taciturnas diosas que a voces hablan.
Anhelante sigue siendo la necesidad
porque al vacío del recuerdo
ellos miran, cuando yo, iluso,
empiezo a soñar.
Serenata isleña
En la noche abanicada por marismas,
sombras han sido abrazadas,
ella se fue, mas no su recuerdo,
el cariño se olvida de mis ganas
que duelen como un llanto recién nacido,
y agrieta el sentido latir de mi esperanza,
el corazón está aullando en un abismo,
roto, tras la ocasión pasada.
Mas la inquietud que a mi ha sido dada,
no olvidé lo eterno de la memoria,
de los ojos tristes, de su mirada.
Quisiera que el viaje fuera compartido,
más como compartir el tormento
de quien no se creyó digno, solo de nostalgias.
viernes, 3 de octubre de 2008
El lector
Hace años que no puedo leer libros. Leo formas , paisajes, belleza, mujeres y hombres …libertad, hace años que no puedo leer libros.
Y quiero ser escritor de una realidad que me conmueve, la danza traviesa del olvido y su ademán de indiferencia.
Aún recuerdo la mirada de aquella chica sevillana, pero sobretodo, su sonrisa mezcla de picardía e inocencia, lucha de gigantes son mis ansias que perecen al alba, leo calles y sentimientos, lo que escribió un tal Dostoyeski en tu miedo, yo, lo leo.
La chica sevillana se fue y con ella viajaron parte de mis emociones. Y el arrebato de mi ceguera quedó presente. Soy artista de un lenguaje que no existe, pero que lo vivo. Las cientos de pastillas que engullo al mes, me cohíben para ser narrador o poeta de libros que no son míos, me canso de todo y nada me satisface, solo mirar y mirar, ser observador que no distorsione la realidad en la que vivo si no es para re-crearla.
Pero no puedo leer libros, leo música y cantautores, guitarras armónicas en un mismo baile, mis maestros son los maestros de los versos que no escribieron nadie.
He viajado en limusina y en los bajos de un camión, he estado con la exquisitez de la universidad o con un violador loco en un psiquiátrico, he leído el placer en el rostro de aquella que se fue, y la curiosidad en tus ojos…
Seguiré escribiendo , poniendo nombre a cosas que nacieron sin nombre, como la lejana verdad de un pasado que me martiriza, como tus labios sellados y este corazón abierto, el no llamarte y quedar con ese reparo de no molestar, el salir a la calle en ropa interior y lluvia, y gritar a la gente un “te necesito”…
Y para que cansarte niña… este es mi destino, una autobiografía a domicilio que navega por la web, un suspiro de querer ser participe de un mundo acotado, de una verdad desbocada en la insana manía de quererte.
Ya hace tres años que no puedo leer libros.
Peregrinos
A los amigos
Las lágrimas son secas,
y nuestro escondite será
el pecho que recuesta
un tatuaje bucanero,
y dibuja en cada clase,
en cada rutina,
en este triste peregrinaje,
nuestra amistad.
El recuerdo fue un baúl,
de donde salen
tipos tan locos y furtivos,
pues tal como lo dije,
hoy te digo,
que aunque invisibles,
siempre seremos amigos.
Un lecho destronado, la mañana,
el cansancio podrá poblar de nubes
los rescoldos de mi vista,
y toda la vida seguirá afuera tan mal...
Pero el tiempo no escuece cuando caemos
en los mismos errores,
pues aquí no existen débiles, ni fuertes,
ni victoriosos, ni cobardes,
las botas cada vez más fatigadas
me arrastrarán
al único lugar,
que se me antoja conocido,
será la vereda que hizo,
no haberos perdido.
No hay silencio que entre conmigo,
en el aula,
abrumada por tanta camaradería
Seguro pibes que quedará
la estela de los que fueron compañeros,
que con un fúsil hecho de alquitrán y lirios,
lancen versos,
que maten a la muerte,
en la barricada de los sueños.
Las lágrimas son secas,
y nuestro escondite será
el pecho que recuesta
un tatuaje bucanero,
y dibuja en cada clase,
en cada rutina,
en este triste peregrinaje,
nuestra amistad.
El recuerdo fue un baúl,
de donde salen
tipos tan locos y furtivos,
pues tal como lo dije,
hoy te digo,
que aunque invisibles,
siempre seremos amigos.
Un lecho destronado, la mañana,
el cansancio podrá poblar de nubes
los rescoldos de mi vista,
y toda la vida seguirá afuera tan mal...
Pero el tiempo no escuece cuando caemos
en los mismos errores,
pues aquí no existen débiles, ni fuertes,
ni victoriosos, ni cobardes,
las botas cada vez más fatigadas
me arrastrarán
al único lugar,
que se me antoja conocido,
será la vereda que hizo,
no haberos perdido.
No hay silencio que entre conmigo,
en el aula,
abrumada por tanta camaradería
Seguro pibes que quedará
la estela de los que fueron compañeros,
que con un fúsil hecho de alquitrán y lirios,
lancen versos,
que maten a la muerte,
en la barricada de los sueños.
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