Ser consciente de un manantial de vida,
y brindar por los caídos que no lo quisieron entender,
por la chica esa que me recuerda a ti
recostada en la marquesina del bus.
Ser consciente de tanto sentimiento
por la sien que late en el pecho,
divinidad caída, que sabe que es mejor
no pensar tanto,
eco de la violencia por no aceptar
la sensibilidad diferente...
esa,
vuestra violencia.
Cuartel de
complejos y miedos en una sociedad que encarcela a quien quiso volar libre
en una furgoneta de naranjas por las orillas del tiempo...
____________
Texto de Eduardo Galeano:
En
algún lugar de Pensilvania, Anne Mirak trabaja como ayudante del
sol.
Ella
está en el oficio desde que tiene memoria. Al fin de cada noche,
Anne alza sus brazos y empuja al sol, para que irrumpa en el cielo; y
al fin de cada día, bajando los brazos, acuesta al sol en el
horizonte.
Era
muy chiquita cuando empezó esta tarea y jamás ha faltado a su
trabajo, porque ella sabe que el sol la necesita.
Hace
medio siglo, la declararon loca. Desde entonces, Anne ha pasado por
varios manicomios, ha sido tratada por diversos psiquiatras y ha
engullido muchísimos psicofármacos. Nunca consiguieron curarla.
Menos
mal.
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