lunes, 25 de julio de 2016
El mercader de sueños
Todo lo que has sido por amor,
lo cuestionará la vida,
metralla en la debilidad de las hadas
que fueron putas
y ni así encontraron la poesía.
Circo transhumante,
ira déspota,
leche que hierve bajo el pantalón,
todo lo que fui, soy,
alma desdentada que besa
el rosario de la aurora,
cisnes de las noches trasnochadas,
cuyos cantos tapizan el asfalto
de aquellos que olvidaron sus promesas
tras quitarse el condón.
Amoniaco en la retina del ciego
que ve lo que no quiso ver,
amuleto de estar solo y descompuesto,
religión de rezarle al dinero,
para luego quemarlo delante de aquellos
que no tienen qué comer.
Horca, guillotina (la vida es un suspiro),
ave nocturna en libertad,
tus alas se quemaron como Ícaro
si en el pecado del artista
te olvidaste de que el tesoro
es que da igual la compañía
cuando delante de tus narices
tienes toda la inmensidad.
Todo lo que has sido por dulce
lo cuestionará el espejo,
la distancia impasible
de que se derrita la piel;
góndolas, vertederos,
quien tuvo retuvo
y se le pudrió entre las manos la vida
en una sala de espera
o en aquel burdel.
Luna que se alcanza con una hipoteca de 50 años sin ascensor,
besas, lloras y te bajas las bragas ante cualquiera,
miras con la frente alta
pero ya intuyo cuántos cabrones
regaron de malas experiencias
la dulce blasfemia que esconde muerto,
tu corazón.
Ya es tarde para volver al banco donde nos besamos,
polvo de sábado, telarañas de domingo,
lo bueno de ser un solitario
es que mientras caminas
las personas se tropiezan entre ellas
como un choque de trenes
y aquellos que se reían ayer
toca verlos hoy colgando de cada olvido.
Televisores que vuelven a anunciar mi arresto,
magia o caos,
revistas pornográficas en las estanterías de todos los psiquiátricos.
Quise soñar
y eso es algo que tú no me perdonaste,
blanca y radiante va la novia,
aunque detrás del velo
un ángel temeroso
está cansado de sufrir sola,
pero qué se le va hacer:
El mercader de sueños ya murió,
el príncipe azul era un impostor,
el último amante se largó
y el siguiente, no, nena, no,
no voy a ser yo.
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